Día 21: apuntes sobre el mar, bitácora de los casi 30

Yo podría tener como escenarios de mi vida dos lugares recurrentes, Cuernavaca y el Mar. El mar conforma muchas escenas de mi vida, no recuerdo a ciencia cierta cuándo ni cuáles fueron mis primeras vacaciones, pero si sé que la mayoría de mis vacaciones han sido en el mar y sobre todo en el mar caribe. Mis papás decidieron que todos los agostos iríamos a pasar las vacaciones de verano a Can cún y desde ahí empezó mi amor por ese mar azul turquesa.
De niña obvio me encantaba pasármela en el agua, nadando, jugando con las olas y caminando por la playa recogiendo conchitas en compañía de mi abuela Lucha. En la Playa Chac mol mi papá nos enseñó cómo agarrar las olas para que no nos revolcaran. En esas idas al mar conocí la Isla Contoy,  Isla Mujeres, caminé en medio de la selva para llegar a ruinas arqueológicas, nadé en el río subterráneo de Xcaret, que en ese entonces era la novedad, nadé con tiburones, conocí las profundidades del mar usando un visor y un snorkel, intenté ver un barco pirata pero los erizos me asustaron y me regresé. Por un tiempo dejé de visitar el mar caribe y lo extrañé, en esa ausencia visité las playas del pacífico, Playa Ventura se convirtió en mi favorita, ahí viví mis primeras vacaciones sola, bueno ni tan sola, fue una semana de mucho amor para siempre recordar. Frente a ese bravo mar leí la casa de los espíritus de Isabel Allende y creo que ahí inició mi costumbre de leer una novela cada que voy a la playa. En Playa Ventura pasé muy buenas vacaciones con toda la familia, probé por primera vez la Langosta y los Ostiones, jugué, jugué y jugué con mis primos y sobrinos, conocí parte de la vida de mis tíos que no conocía y descubrí cuanto quiero a mi tío Tito. 
Tiempo después sin querer queriendo regresé al Caribe para visitar a mis hermanas que decidieron hacer su vida ahí. Este regreso al mar turquesa fue diferente pues me sigo divirtiendo dentro del mar pero los sentimientos que ahora produce en mi son distintos. Ver ese mar azul tan infinito me da paz, me llena de nuevas energías, me inspira, me renueva y me llena de alegría. Me encanta observarlo, no me importa si no puedo meterme, con sólo verlo soy feliz, olerlo, enterrar mis pies en la arena, leer mientras tomo sol y descansar los ojos y la mente viendo ese paraíso me hace muy feliz.  Ese mar me cura y me alivia, sus suaves olas se llevan los malo y traen cosas buenas, podría decir que visitar ese mar es mi terapia de renovación y sanación. Pensar en ese paraíso azul turquesa siempre me hace pensar en Ángeles Mastretta y los sentimientos que tiene respecto a Cozumel, aunque ya la conozco, me encantaría encontrarla alguna vez ahí, en la plaza, en el centro tomando café en el Centro Joaquín o un día de Carnaval. 
Exactamente en un mes a esta hora estaré en el paraíso junto mis hermanas, habré pasado mi primer día frente al mar, lo ansío con todo mi corazón! 


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