NOTAS MENTALES

Anoche vi una foto mía de cuando tenía 25 años y vivía en Tlayacapan, en una casita con un patio grande lleno de plantas, usaba el pelo corto, intentaba escribir una tesis de maestría porque deseaba ser académica y compartía la vida con un escritor. Me vi y pensé ¡si qué he cambiado! y si, he cambiado, he estado más gordis, más flaca, más fuerte, mi cuerpo ha agarrado otra forma, mi cabello ha crecido, mi ropa ha cambiado. Después de esa foto he estado triste, sola, he sido muy feliz, he viajado, volví a Cuernavaca, dejé la academia, descubrí pasiones, empecé trabajos que me llenan el corazón, compartí la vida con mucha gente a la que amo y disfruto, dejé de creer en lo que creía, cada día intento ser más flexible y abrirme a las miles de posibilidades que nos regala el universo, trato de hacer lo que me hace bien, pronunciar unos NO de vez en cuando para regalarme un Sí a mi. Aprendí el poder de las palabras, lo bonito de la poesía, que lo bueno se cuece a fuego lento y que la prisa n

Temporada de llovizna, periodo de la vida en la que una deja que las lágrimas corran en cualquier momento sin importar las circunstancias. El llanto puede  nacer  a partir de un recuerdo que evoca el aroma a azahar e n el patio de casa de la abuela   o simplemente el contacto con  el agua cuando una pone las  manos bajo el grifo de la tarja, porque el agua atrae a su símil,  incluidas  las lágrimas. Bajo el agua se llora más sabroso.  Antes  retenía  el agua salada de mis ojos, su fuga representaba debilidad, pero de un tiempo para acá dejo que el manantial de mi interior brote como una especie de sinfonía que obedece ritmos y tiempos, y evoca n  una historia que poco a poco se cuenta. En estos tiempos donde la felicidad es tendencia y obligación, yo prefiero que  el agua de mis ojos brote como  un  acto de rebeldía ,  demuestre que llorar trae paz y que no estar bien, también está bien.

 Yo creo que uno de los aprendizajes más bonitos de la década de los 30'es que l@s amig@s son nuestras mejores y más bonitas historias de amor. En mi juventud tuve más amigos varones, pero a lo largo de mis treintas me hice de una tribu maravillosa de amigas que me han acompañado en las alegrías, tristezas, decepciones amorosas, fiestas, viajes y en el día a día., y claro que he conservado a mis buenos amigos, que a veces fungen como ese hermano hombre que no tuve. Mientras escribo esta nota mental imagino que mi vida es un caleidoscopio y cada un@ de mis amig@s es un cristalito que con su presencia, sus colores, sus formas me hacen ver la vida más luminosa, con perspectivas diferentes, me llenan de nuevas ilusiones y oportunidades.  Llego a los 40 muy bendecida y con la certeza de que mi tribu me sostiene, siempre está ahí para cerrar filas cuando l@s necesito y me quedó clarísimo el día en que mi papá murió. Ese momento tan triste también fue unos de los momentos más entrañables

Para mi, cumplir años es todo un acontecimiento y esta vez, que cambio de década, mi espíritu pachanguero me abandonó, no sé qué quiero hacer para festejar. Cuando me pregunto a mi misma ¿Qué quiero? las respuestas que vienen a mi mente son: estar en paz y subir un cerro. Con esas dos ideas empiezo mi lista de deseos para los 40.  Cada año me hago una lista de cosas materiales e intangibles que deseo comprarme, sentir, disfrutar y/o que me regalen, sirven de brújula ;)  así que aquí va mi lista: 1.- Ir a la exposición "Retratos de un ritual" de Graciela Iturbe en el Museo de Arte Moderno y después tomar un cafecito en un lugar coqueto.  2.- Pasar un fin de semana en Taxco y descubrir rinconcitos bonitos para tomar café, leer y escribir.  3.- Plantitas de sombra para mi casa. 4.- Cenar y unos tragos coquetos en Nostalgia pizzería y/o No Drama. 5.- Desayunar en Ritual, Tepoztlán.  6.- Un tatuaje  7.- Unos tenis adidas en color negro. 8.- Unos aretes dorados del callejón del lib

En el penúltimo escalón de los 30 mi papá murió y ese evento ha marcado profundamente mi vida,  hace unos meses escribí este textito que expresa todo lo que siento y esa obscuridad por la que transito a veces .  Quiero hablar acerca de la muerte, de todo aquello que pasa dentro y fuera de mí desde el día en que dejaste este mundo, deshilar la madeja de preguntas que tengo sobre ti y sobre mí . L o quiero hacer porque nadie, nunca, me dijo que cuando alguien muere una parte de quienes nos quedamos también se va. Ese domingo en el que decidiste dejar este mundo , algo de m í murió contigo, fragmentos de lo que yo era se empezaron a diluir, sin querer empecé a despedirme de elementos que conformaban la sustancia que moldea mi Yo. Tuve que decir adiós a mi verde barranca, ese espacio que construí como hogar, pausar el ruido de las teclas para evitar la furia de las palabras, dejar las dos ruedas  y andar por el mundo con una tormenta en la mirada. La bruma se apoderó de mí y , aunque m

 Desde chiquita me gustó andar en bici, pero fue hasta los treintas que me reencontré con ella y mi vida cambió. Podría decir que la bici me hizo ojitos años antes de que nos volviéramos bff, pero gracias a un mal de amor que me abracé a ella y me salvó de la tristeza. Para mi, la bici es esa llamita que enciende mi ser intensamente, la flama que prende el motor de mi cuerpo y de mi espíritu, que me ha hecho mirar el mundo y mi ciudad de una manera distinta, que me inspira a desear una realidad distinta. Arriba de la bici aprendí a mirar mi entorno con detenimiento, contemplar la belleza de la naturaleza y a mi misma, reconocer toda la fuerza física y espiritual que habita este cuerpo chiquito, a veces cuando pienso que no puedo con algo recuerdo que he rodado 100 km en bici y eso me hace confiar en que puedo con lo que venga. Para mí la bici fue un parteaguas en mis 30, puedo afirmar que hay una Percy antes y después de la bici, a partir de ella me descubrí fuerte, resistente, hábil,