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Mostrando entradas de 2022

El mal de la prisa

A veces las historias no terminan como deseamos, pero si te preguntas ¿qué pasó? y te contestas honestamente siempre te enseñan algo sobre ti mismx.  Hace unos meses conocí a alguien y me emocioné, el muchacho me gustaba mucho,  mi mente se llenó de posibilidades, enlisté los lugares que deseaba compartirle, anhelé despertar entre cerros viendo sus ojos bonitos, pero las cosas no pasaban al ritmo que yo quería y empecé a dudar, me ganó la prisa por concretar y quemé las naves. Pasé semanas abrigando la esperanza de que algo cambiara, que mis palabras tuvieran eco en él y que no fuera el final,  pero sí lo es y duele, y lo escribo porque no quiero que se me olvide por qué me duele.  Me duele porque me doy cuenta que a veces la ilusión, las ideas y las expectativas que construyes sobre cómo quieres o debe ser una relación te encasillan y no te das permiso de ser flexible, de abrirte a otras formas o caminos para llegar a eso que anhelas.  Me duele porque me reconozco egoista, poco empáti

Antología poética para los 39

Fragmento de La tía Daniela de Ángeles Mastretta   La tía Daniela se enamoró como se enamoran siempre las mujeres inteligentes: como una idiota. Lo Había visto llegar una mañana, caminando con los hombros erguidos sobre un paso sereno y había pensado: “Este hombre se cree Dios”. Pero al rato de oírlo decir historias sobre mundos desconocidos y pasiones extrañas, se enamoró de él y de sus brazos como si desde niña no hablara latín, no supiera lógica, ni hubiera sorprendido a media ciudad copiando los juegos de Góngora y Sor Juana como quien responde a una canción en el recreo. Era tan sabia que ningún hombre quería meterse con ella, por más que tuviera los ojos de miel y una boca brillante, por más que su cuerpo acariciara la imaginación despertando las ganas de mirarlo desnudo, por más que fuera hermosa como la virgen del Rosario. Daba temor quererla porque algo había en su inteligencia que sugería siempre un desprecio por el sexo opuesto y sus confusiones. Pero aquel hombre que no sab

Deseos para los 39

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Dentro de un mes es mi cumpleaños y como cada año tengo una lista de deseos, algunos en los que necesitaré su ayuda para cumplirlos, otros en los que yo solita tendré que trabajar para hacerlos realidad. Mi primer deseo para este cumpleaños es que me regalen un poema o el fragmento de algún cuento o novela que les guste y/o que sientan que resuena conmigo. A cambio yo prometo hacer un compilado de todos los textos recibidos aquí en notas mentales.  Mi segundo deseo es recibir los 39 bailando cumbia y salsa ¡obviamente! Quiero sentir la humedad de mi cuerpo de tanta vuelta que quiero que me den. Si saben de un buen lugar para sacar la polilla en Cuernavaca se agradecen las recomendaciones.  Mi tercer deseo es correr, desde hace semanas mi cuerpo me grita ¡corre! no le he hecho caso, pero lo haré en la carrera "Morelos RUN" si se animan me dará gusto que me acompañen, podemos correr 5km y luego echarnos unos chilaquilitos ¿Quién dice yo? Como cada año tengo una lista de libros

La voz del mar

    Todos creen que estoy mal, que esto que pasó es resultado de una enfermedad que vive dentro de mi ser, dicen que estoy deprimida o que estoy loca, que mi cabeza no funciona como debería y por eso me tienen aquí encerrada, para cuidarme y así evitar que vuelva a hacer lo que hice. Desde niña he sentido una conexión especial con el agua, no tengo una explicación clara que justifique mi necesidad de sumergirme en una tina, jugar en alguna fuente o beberla desesperadamente. Mi tía decía que era a causa de mi signo zodiacal, Escorpio, que su elemento es el agua, y que vive todo de manera intensa y profunda. Por su lado, mi abuela, decía que, con seguridad, en otra vida fui una sirena, y que los espíritus de mi antigua existencia me llaman para regresar a ese lugar que fue mi hogar. Dentro del agua siempre me sentí confiada, nunca le temí; cuando niña me encantaba sumergirme por largos minutos en la profundidad de la alberca, estando en el fondo abría los ojos y escuchaba voces que

Termina el otoño

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  Diciembre, 2020 El otoño está terminando y poco a poco he vuelto a habitar mi espacio, mi cuerpo. Regresé al cuarto propio, ahí donde una se está consigo misma. Recupero mi rutina, los placeres en soledad, ando sin prisa porque ya no tengo urgencia de llegar y encontrarlo. Con el pasar de las semanas, me he conectado con el ritmo de la naturaleza, y hay días en que, como las mañanas de otoño, soy fría, áspera. Soy las hojas que caen de los árboles y dejan morir todo eso que surgió en la primavera y el verano. En otras ocasiones brillo con esa luz de la mañana que da esperanza e invita a abrazar todo mi sentir. Vivo en constante ambigüedad. Mentiría si digo que ya no lo pienso, cuando lo traigo atado a un rincón de mi corazón y entretejido en los poros de la piel, pero me urge el silencio, la paz y el olvido. Deseo que llegue el invierno y así todo se congele.  

SEMILLAS DE INVIERNO

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  La curiosidad causada por el sonido de un trueno me levanta de mi letargo. Me apoyo en el marco de la puerta para ver un cielo oscuro que anuncia una tarde de lluvia. Me sorprende una manada de pelusas, blancas semillas, que confiadas se dejan llevar por el viento, sin un rumbo exacto, igual que me encuentro yo en este momento. Pronto caerán por ahí y engendrarán algo nuevo, como yo espero que conmigo suceda una vez que pase el invierno, esta estación fría, gris, que por momentos abraza la desesperanza, pero donde hoy descubro que también la vida empieza a germinar. Enero 2021

Anoche vine

  Junio, 2019   Abro los ojos y la veo dormir, recorro su espalda con la mirada, quiero besarla, viajar por el contorno de sus piernas. Con la punta de los dedos, sentir de nuevo la suavidad de su piel, pero me alejo y solo la observo, mientras el sol de domingo dibuja una raya ondulada en las cortinas de la habitación. Esa luz me inspira y empiezo a recordar cada imagen de la noche anterior, sus besos, su pecho desnudo, cada gemido y cada silencio, nuestras miradas profundas, sus manos acariciando mi cabello o sus dientes enterrados en mi piel. Desearía poder regalarle cada uno de mis domingos, descubrir si en cada estación del año la luz del sol dibuja la raya ondulada en las cortinas de esta habitación, pero no puedo. Soy de los que van y vienen, de los que no saben estar aunque así lo deseen. Anoche vine y hoy me voy rebosando de calor, con los ojos llenos de su sonrisa y los labios colmados con su sabor.