Día 10: mis raíces, bitácora de casi 30

Mis raíces están bien ancladas en un bosque, un lugar lleno de pinos, plantas, ardillas y bueno recuerdos. Un bosque donde mi mamá y mi papá decidieron edificar nuestro hogar. Una casa de tabiques y madera, con grandes ventanales que siempre me permitieron ver más allá, una chimenea que les permitió hacer realidad la historia de que Santa Claus entra a las casas por ahí. Un espacio donde conocí que las delicias de la vida se encuentran en las cosas más sencillas como caminar en la barranca, andar en bicicleta, ir a visitar a los borregos, escalar, jugar con la tierra, construir casitas con las cobijitas y usar el monte deslavado como resbaladilla. En ese bosque mi papá y mi mamá me dieron la enseñanza y regalo más grande que pudieron obsequiarme en esta vida, la libertad. Me dejaron salir, explorar, tener amigos niños, niñas y otro tipo de amigos como los perros, gatos, conejos, pollos, peces, vacas y caballos que me acompañaron en mi infancia. En ese bosque pasé las navidades más hermosas de mi vida, en los preparativos para cada cena de navidad, aprendí que en los detalles y adornos de una casa se puede reflejar el amor que hay en ella y el amor que se desea entregar a otros. En ese lugar también conocí los libros, las enciclopedias y las revistas. Conocí El Principito, a los tiburones ballena, a las tribus africanas, a Abrahm Lincoln, La Torre de Babel, a Adán y a Eva y a San Lucas. Como no había telecable conocí las fabulas de Esopo, Narnia, La Bella Durmiente a través de las películas, aprendí que la gente puede ver fantasmas si se pone las lagañas de perro gracias a las historias de Ceci, también gracias a ella los sábados desayuné las picaditas más ricas del mundo. 
En ese bosque vi los cielos más estrellados, escuché los truenos más estruendosos, las lluvias más intensas y el único eclipse de sol que me ha tocado vivir. En ese bosque también viví las tristezas más profundas cuando mis raíces se partieron en dos y se re ubicaron. 
Otras de mis raíces se anclaron entre el acerrín y la madera, entre máquinas ligadoras y cortadoras, entre martillos y clavos, en ese lugar mágico donde mi papá creaba cosas, en su taller. Ahí aprendí a tratar a la gente como mi igual, a compartir la comida y la sonrisas. Ahí conocí la delicia de las cumbias y disfruté mis primeros pasos de baile, en la fábrica, como le decíamos, aprendí a crear, a imaginar y a transformar, descubrí los colores, las texturas, aprendí a expresar lo que siento a través de la creatividad gracias a mi papá.
Otras tantas raíces crecieron entre cassettes y LPs, se desarrollaron al ritmo de sopa de caracol, de bronco, mijares, emmanuel, madonna, michael jackson, las 4 estaciones de vivaldi, xuxa y toda la música que uno pueda imaginar. En Discoteca July y Discos Aries aprendí sobre disciplina, la amabilidad, la perfección y sobre la dignidad, en esos lugares mi mamá me inculcó parte de lo que hoy soy. 



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