Calaveritas y otros detallitos!



En México las culturas prehispánicas concebían a la muerte como una unidad dialéctica; el binomio Vida- Muerte. Dentro de su cosmovisión el acto de morir constituía el comienzo de un viaje hacia el Mictlan (reino feliz de los muertos).




Los señores del Mictlán: Micltantecúhtli (señor de los muertos) y su compañera Mictecacihuatl (señora de los moradores del recinto de los muertos) presidían las fiestas novena y décima, celebradas anualmente para los difuntos.




En las fiestas se ofrendaban cacao, cera, aves, frutas, semillas, cosas de comida, flores y copal. La primera fiesta era denominada Miccailhuitzintli o "Pequeña fiesta de los muertos" y estaba dedicada a los niños difuntos; y Hueimiccailhuitl, que era "La gran fiesta de los muertos".


En la antigüedad lo que hoy conocemos como calaveritas de azúcar eran un altar, una hilera de cráneos de quienes se habían sacrificado en honor a los dioses y se llamaban Tzompantli.


A la llegada de los españoles al continente comenzó una fusión de costumbres y creencias que dieron origen a lo que hoy conocemos como Día de Muertos . El benedictino San Odilón, Abad de Cluny, fijó hacia 1049, a través de una revelación, el 2 de Noviembre para dedicarlo a las animas del purgatorio, lo cual fue apoyado y difundido por los Pontífices, generalizándose así la fecha de la conmemoración.


La tradición del Tzompantli quedó atrás para dar paso a las calaveritas de azúcar que se elaboraban a través de la técnica del alfeñique, que consiste en en formar una especie d de caramelo o confitura con base en azúcar pura de caña hasta formar una pasta moldeable. Los estados que originalmente acogieron esta forma gastronómica son Guanajuato, Morelos y el Estado de México. Actualmente, la tradicional calaverita de azúcar se elabora con una mezcla de azúcar caliente con un poco de limón que se funde hasta formar una masa líquida, la cual se vacía en un molde para dar la forma de un cráneo. Después, con azúcar glass coloreada se agregan los detalles de forma artesanal, anillos en los ojos, espirales en la parte superior del cráneo y una sonrisa.


Además de las calaveritas de azúcar cada poblado y/o localidad imprime un toque particular a sus ofrendas, por ejemplo: en Tlayacapan se ponen angelitos o animalitos de barro para que los niños jueguen, en Totolapan se acostumbran las ofrendeadas, que consiste en que los niños y jóvenes se disfrazan de diablo o calavera y durante la noche visitan las ofrendas y cantan una copla especial acompañados de mariachis o banda. En ocotepec algunas personas acostumbran a poner 4 velas en forma de cruz , orientados hacia los cuatro puntos cardinales y sirven para bendecir los caminos por donde llegará el espíritu del difunto.
Así que ahora cada día de los Santos difuntos pongamos atención en los detallitos, pues pueden revelarnos grandes historias!

Comentarios

Entradas populares de este blog

Apuntes para entrar a los 40, la muerte

Corazón de condominio

Apuntes para entrar a los 40, Percy