Alquimia

 


Miro los alcatraces en la chimenea y me repito que nadie puede salvar a nadie, pero desearía regalarle todas las frases de los libros que me han salvado la vida, que en ellas encuentre verdaderas palabras que le ayuden a sanar su corazón, que la guíen para encontrar las respuestas que tanto busca. Quisiera que en una noche de hechizos todas las tías de “mujeres de ojos grandes” salieran del libro y la visiten en sueños, le cuenten sus historias de amor y desazón y, entre risas le digan que todo va a estar bien. Que la abuela Lucía Brown, se la llevara al rancho de “mi negro pasado” para tomar distancia y entre recetas de cocina, remedios caseros la ayudara a descubrir todo ese poder y valor que hay dentro de ella y en su sazón. Me encantaría que Gioconda Belli le recitara al oído  “consejos para la mujer fuerte”, que la melodía de su voz dejara grabado en su espíritu el siguiente verso:

Ampara, pero ampárate primero
Guarda las distancias
Constrúyete. Cuídate
Atesora tu poder
Defiéndelo
Hazlo por ti
Te lo pido en nombre de todas nosotras.

 

Me encantaría que el humor y sinceridad de Sylvia Aguilar Zéleny la inspirara a escribir un diario como “Una no habla de esto” para decir todo lo que su aliento no se atreve a pronunciar, a relatar sus secretos y temores. Que las tiernas y sensuales protagonistas de Isabel Allende le enseñen que todos tenemos una reserva de fuerza interior insospechada, que surge cuando la vida nos pone a prueba. Y que las respuestas y la sanación llegan como algo inesperado, a veces mientras uno deja que el agua tibia recorra su cuerpo o mientras tiendes la cama y de la nada entiendes todo, y vuelves a empezar a recorrer un camino donde no hay huella, en el que una nueva tú empieza una vida diferente, con ojos renovados, distintos, a fin de mirar y la pasión encendida para vivir. 

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