Apuntes para entrar a los 40, ser tía

 Una de las dichas más grande de los 30 fue convertirme en tía. Valentina llegó a este mundo con prisa el 3 de noviembre de 2019 y desde ese día mi vida cambió porque ahora mucho de lo que hago, incluyendo estos apuntes, es pensando en todo lo que quiero compartirle y platicarle a lo largo de los años que nos toque convivir. 

Ser tía de Valentina me ha enseñado que hay algo, inexplicable, que provoca que una personita sin conocerte al 100 te ame y confíe plenamente en ti y que eso es hermoso, pero a la vez da miedo porque una debe andar con cuidado en cada paso que da para no dañar ni el amor ni la confianza. Anhelo con todo mi corazón que Valentina sepa que aparte de su mamá y su papá yo soy un refugio seguro en donde puede ser ella misma y decir todo. 

La compañía de la Titi me hace más transparente y genuina, no me importa hacer lo que sea para hacerla feliz, con ella no hay vergüenza y el qué dirán deja de estar presente. Por y con ella puedo bailar, cantar, hacer show en la calle y ser feliz. 

Compartir con Vale me enseña sobre la paciencia, la tolerancia y el cansancio extremo, he aprendido a respirar, a contar hasta 100 mil, buscar todas las explicaciones posibles para cuando aparecen sus por qué o mantenerme despierta cuando pide un cuento más y yo muero de sueño. Uno de mis deseos más grandes es poder compartirle mi amor y mi pasión por la lectura, que en las autoras y libros diversos se encuentre y sueñe. 

La llegada de Valentina me hace reflexionar mucho sobre posibles preguntas y respuestas, sobre hechos de mi vida que quisiera compartirle para evitarle momentos amargos o tristezas, aunque tengo claro que una no experimenta en cabeza ajena.  

Valentina del Carmen, como le dice su mamá, cada que pronuncia un NO me recuerda que su voz vale, que no importa que esté chiquita, sabe lo que quiere y lo defiende y así debería ser siempre.

En el día a día la Titi me enseña que la vida se disfruta en cada sorbo de helado, con un bañito caliente y unos pepinitos en los ojos después de un día largo, echando unas marometas, paseando a Lorenzo, abrazando a la abu, en el carrusel, leyendo un cuento o viendo videos, comiendo dona (que su mamá no la deja) o jugando a la orilla del mar. 



Comentarios

  1. Que hermoso lo que escribes, si Valentina nos enseñó y nos seguirá enseñando el amor incondicional!

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