¡Que lástima que el ardor alborotado se transforme en amor calmado!

Hace meses mientras terminaba algo y empezaba otro algo, me propuse un ejercicio/experimento que  consistía en relatar la transformación de una relación a través del paso de los días, meses e inclusive años. EL método que me propuse fue escribir o transcribir frases, palabras, pedazos de mensajes de texto o relatar instantes significativos que compartía con ese alguien con el que empezaba algo. Para esto conseguí un cuaderno especial, con una portada muy simbólica y significativa para mi. Las primeras hojas color hueso se las dedique al que dejaba atrás, eran notas de desamor, poco después las hojas color hueso se empezaron a llenar de amor y un de poco de dudas, cada tercer día escribía algo que me emocionaba, me entristecía o me hacía enojar. Después de 5 meses por primera vez dejé de escribir, el silencio duró dos meses, no recuerdo por qué. Después de ese par de meses seguí escribiendo pero las frases, las palabras y la transcripción de textos fue desapareciendo y las hojas de color hueso se convirtieron en mi confesionario y en el espacio donde traté de afirmarme cosas. Sin embargo ese confesionario también fue guardando largos silencios hasta quedarse mudo, tal como sucede a veces con las relaciones... ¿Por qué será que dejamos que la intensidad del amor se transforme en intermitencia? ¿Por qué dejamos de darnos tiempo para decir y sentir cosas por l@s otr@s? 
Isabel Allende dice: ¡Qué lástima que el ardor alborotado se transforme en amor calmado! Y yo estoy totalmente de acuerdo. 




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