Un tal Claudio...
Hace unos meses decidí ir a visitar a un tal Claudio, un hombre que muy amablemente y a petición mía una buena amiga me recomendó, para que me ayudara a organizar todo lo desorganizado que traía dentro de mi. En nuestro primer encuentro, él con su voz aguda y profunda me preguntó por qué estaba ahí, yo con todo el llanto guardado y sin pena respondí haciendo un recuento de todas las cosas que en ese momento me dolían. Le conté sobre el dolor que me causa que otr@s piensen que soy egoísta, de lo que en ese entonces yo pensaba y sentía que era mi mal de amores, le hablé sobre mis deudas y sobre todo lo que sufría. Ese día acordamos, a partir de un ejercicio sobre establecer puentes, que los kleenex serían nuestra herramienta principal de trabajo y desde ese día nos acompañan cada lunes, algunas ocasiones para que yo entienda sus explicaciones, otras tantas para secar lagrimas y moquitos. Desde ese primer lunes que nos vimos puedo decir que todo se movió dentro de mi...